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Los niveles de inflación empiezan a forzar desaceleraciones económicas, mientras que los bancos centrales responden con subidas de tipos

Las principales plazas bursátiles continuaron cediendo durante los meses de mayo y junio para consolidar unas caídas de doble dígito al cierre de la primera mitad del 2022. La lucha contra la inflación por parte de los principales bancos centrales ha propiciado un endurecimiento de las políticas monetarias que ha impactado de manera negativa en las valoraciones bursátiles. Además, el mercado empezó a descontar una desaceleración económica fruto de las políticas monetarias restrictivas. En términos geoestratégicos, el conflicto bélico entre Ucrania y Rusia continuó sin atisbos de que la vía diplomática pueda convertirse en una posibilidad real. Así pues, Rusia amenazó con cortar las exportaciones de gas a Europa, un escenario que el BCE calificó como “apocalíptico”. En este entorno, el Brent se situó en el rango alto de las últimas semanas tras alcanzar niveles cercanos a los 125 dólares por barril, a pesar del acuerdo de la OPEP+ para adelantar e incrementar el aumento de la producción. Finalmente, algunas de las principales ciudades de China como Shanghái permanecieron confinadas durante semanas con el objetivo de contener los brotes de contagios por COVID-19 fruto de su política de “cero contagios”. Sin embargo, el gobierno de Xi Jinping relajó parcialmente las medidas de distanciamiento social durante el mes de junio, mientras que el Banco Popular de China implementó medidas acomodaticias para tratar de suavizar los efectos macroeconómicos de la política de COVID cero del gigante asiático.

En términos macroeconómicos, destacó el PIB trimestral estadounidense (-1,6 % vs. -1,3 % esperado y 1,4 % anterior), afectado negativamente por los inventarios y el comercio exterior. El gasto del consumidor, que representa aproximadamente un 70 % de la economía estadounidense, creció a una tasa del 1,8 %. En Europa, la Comisión Europea rebajó las previsiones de crecimiento esperado correspondiente a la zona euro para 2022 en un -1,3 % hasta el 2,7 % y en un -0,4 % para 2023 hasta el 2,3 %. La OCDE también actualizó sus previsiones de crecimiento mundial del PIB hasta el 3,0 % para 2022 (vs. 4,5 % en diciembre de 2021) y el 2,8 % para 2023 (vs. 3,2 %) como consecuencia del conflicto bélico en Ucrania y los elevados niveles de inflación. Adicionalmente, se dio a conocer el IPC interanual de la zona euro correspondiente al mes de mayo (8,6 % vs. 8,5 % estimado y 8,1 % anterior), el interanual subyacente (3,7 % vs. 3,9 % estimado y 3,8 % anterior) y el intermensual (0,8 % vs. 0,7 % estimado y 0,8 % anterior). Finalmente, la mayoría de los indicadores de actividad adelantados (tales como la confianza del consumidor o los PMI) señalan una marcada desaceleración económica a ambos lados del Atlántico.

Siguiendo con los bancos centrales, en junio, la Reserva Federal llevó a cabo la mayor subida de tipos de interés (75 P.B. hasta el rango 1,5 %-1,75 %) desde 1994 con el objetivo de luchar contra la inflación y la escalada en el nivel general de precios. En mayo, la Fed anunció el inicio de la reducción del balance a partir del 1 de junio, por el cual se dejarán de reinvertir los vencimientos mensuales por un importe de 47,5 billones de dólares (30 en bonos del Tesoro y 17,5 en bonos de agencias) durante los tres primeros meses para aumentar el ritmo hasta los 95 billones de dólares a posteriori (60 y 35, respectivamente). Las previsiones por lo que respecta a los tipos de interés del FOMC se sitúan en el 3,375 % para 2022 (vs. 1,875 % correspondiente a la reunión de marzo). En relación con las perspectivas de crecimiento, la Fed situó el crecimiento real del PIB para 2022, 2023 y 2024 en el 1,7 %, 1,7 % y 1,9 %, respectivamente (vs. 2,8 %, 2,2 % y 2,0 % correspondiente a la reunión de marzo). Por lo que respecta a la inflación, la Reserva Federal espera que se sitúe en el 5,2 % para 2022 (vs. 4,3 % correspondiente a la reunión de marzo), en el 2,6 % para 2023 (vs. 2,7 %) y en el 2,3 % para 2024 (vs. 2,3 %). En este entorno, destacó la comparecencia de J. Powell ante el Congreso y el Senado estadounidense, en la que confirmó que su prioridad es doblegar la inflación, si bien reconoció que una recesión “es una posibilidad real”, aunque considera que la economía en EE. UU. es lo suficientemente robusta como para poder soportar la reducción del balance, por lo que el organismo que preside todavía espera lograr un aterrizaje suave. En Europa, el BCE celebró su última reunión durante la primera quincena de junio sin cambios en su política monetaria, aunque señaló una primera subida de los tipos de interés de referencia (salvo sorpresa) de 25 P.B. para el próximo Consejo de Gobierno en julio, a la vez que incrementó la probabilidad de que se produzca un incremento de 50 P.B. para la reunión de septiembre. En cuanto a las previsiones de crecimiento para la zona euro en términos de PIB, el BCE las situó en el 2,8 % para 2022 (vs. 3,7 % anterior) y en el 2,1 % para 2023 y 2024 (vs. 2,8 % y 1,6 %, respectivamente). Por lo que respecta a la inflación, la previsión del BCE para 2022 es del 6,8 % (vs. 7,3 % anterior), del 3,5 % para 2023 (vs. 2,1 %) y del 2,1 % para 2024 (vs. 1,9 %). La inflación subyacente prevista para 2022 es del 3,3 % (vs. 2,6 % anterior), del 2,8 % para 2023 (vs. 1,8 %) y del 2,3 % para 2024 (vs. 1,9 %). Por último, merece la pena señalar que el Banco Central Europeo celebró una reunión extraordinaria ante el despunte de los rendimientos de los bonos periféricos y el riesgo de fragmentación en la zona euro. El resultado fue un comunicado en el que se ponía énfasis en la determinación por parte del organismo que dirige C. Lagarde para evitar que las primas de riesgo se disparasen.

El bono a 10 años de Alemania amplió 40 P.B. para situarse en el 1,34 % a 30 de junio, mientras que el Treasury 10Y estadounidense estrechó su rendimiento en 8 P.B. hasta alcanzar niveles de 3,01 % al cierre del periodo.

En el ámbito microeconómico, por lo que respecta a la temporada de resultados empresariales correspondientes al primer trimestre de 2022, tomando como referencia las compañías que conforman el índice S&P 500, el 67 % batieron las previsiones de ingresos (2,2 % de crecimiento) y el 76 % han hecho lo propio por lo que respecta al beneficio por acción (4,5 %). En Europa, tomando como referencia el Euro Stoxx 600, los ingresos crecieron un 4,8 % (70 % batieron estimaciones) y el beneficio por acción se expandió un 9,9 % (62 %). Merece la pena recalcar que la estimación del beneficio por acción para este año se ha mantenido de manera relativamente estable gracias a los incrementos previstos para el sector energético, ya que el resto de sectores, o bien mantienen sus perspectivas para 2022, o bien han visto cómo empeoraban, especialmente los sectores cíclicos.

Los índices de renta variable continuaron con su senda bajista durante los meses de mayo y junio. El Euro Stoxx 50 retrocedió un -9,2 %, mientras que su rendimiento en el año es del -19,8 %. El IBEX 35 bajó un -5,7 % durante los dos últimos meses y situó su rendimiento anual en el -6,2 %. En Estados Unidos, el S&P 500 se depreció un -8,4 % en el periodo para consolidar una bajada del -20,0 % en 2022. Por su parte, el Dow Jones Industrial Average y el Nasdaq situaron sus rendimientos en el -6,7 % y el -10,6 %, respectivamente, y lograron rentabilidades acumuladas del -14,6 % y del 29,3 %. Por último, el desempeño de los mercados emergentes, medidos a través del MSCI Emerging Markets, ha sido equivalente al -7,0 % durante los dos últimos meses y al -18,8 % desde que se inició el año. Por otro lado, el precio del crudo subió un 7,2 % durante los meses de mayo y junio y situó su rendimiento anual en el 47,6 % debido a las consecuencias del conflicto bélico. Por su parte, el oro ha caído un -0,2 % en lo que va de 2022 (-4,4 % en los dos últimos meses ante el aumento de los tipos de interés reales). Por último, el cambio eurodólar se situó en 1,0484 al cierre del período desde 1,0545 al cierre de abril y 1,137 vistos a finales de 2021 debido a la debilidad de una economía europea con marcado perfil industrial en un entorno macro y geoestratégico como el actual.

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