El fondo de inversión medioambiental de Caja de Ingenieros, CI Environment ISR, se situó según Inverco como el fondo mixto más rentable de España durante el año 2019, con una rentabilidad acumulada del 20,62% en la clase I, a lo que se suma la rentabilidad de la clase A, con un 18,81%, colocándose en quinto lugar sobre un total de 182 estrategias. Ello no hace más que reforzar la enorme convicción que tenemos en que las estrategias de inversión socialmente responsables (ISR) pueden ir de la mano de un mejor comportamiento que las estrategias tradicionales.

Fuente: CI Gestión con datos de Inverco.

El fondo aplica criterios de inversión responsable en la selección de todas sus inversiones, invirtiendo exclusivamente en compañías que tengan en cuenta su impacto medioambiental, sean líderes en la lucha contra el cambio climático y apuesten por nuevas prácticas de reducción del consumo de energía. En este sentido, la gestión está enfocada en seleccionar compañías que estén afrontando el reto de la eficiencia energética, trabajen en la gestión de los residuos y el tratamiento de las aguas residuales, estén involucrados en la migración hacia modelos de generación energética renovable y/o que trabajen en la continua innovación tecnológica de sus productos y procesos.

Fruto de la inversión en estas temáticas, las emisiones de CO2 del fondo son un 80% inferiores a las del índice global MSCI World (medidas en toneladas por millón de dólares de ventas) poniendo de manifiesto el gran compromiso del fondo por una economía baja en carbono y la transición hacia un modelo más sostenible. Asimismo, la intensidad en el consumo de agua del fondo es un 90% inferior a la del índice global MSCI World (medido en metros cúbicos por millón de dólares de ventas). Cabe recordar que el fondo cuenta con la máxima calificación de sostenibilidad por la agencia Morningstar .

De cara a 2020, el fondo seguirá tratando de maximizar el valor a través de la aplicación de un proceso de inversión centrado en la selección de negocios que posean ventajas competitivas sostenibles en el largo plazo, que estén expuestos a tendencias de crecimiento estructural, que obtengan unos retornos sobre los recursos empleados mayores al coste del capital y que cuenten con sólidos balances.