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Los riesgos geopolíticos vuelven a escena

08.08.2019

¿Qué ha ocurrido?

El índice S&P 500 cerró el pasado lunes una de sus peores rachas bajistas de los últimos meses, encadenando 6 sesiones consecutivas en rojo que tuvieron su punto más álgido con una cesión del 2.98% en la primera sesión de esta semana. Dicho movimiento supone una caída acumulada del 6% en las últimas jornadas desde el máximo histórico alcanzado el pasado 26 de julio en la cota de los 3.025 enteros. Por su parte, el Dow Jones de Industriales iniciaba la semana con un descenso del 2.90% y un retroceso desde máximos recientes (15 julio) del 6.6%. En el caso del índice tecnológico Nasdaq-100 la caída fue más acusada el pasado lunes (-3.6%), cerrando un 7.5% por debajo de la cota máxima alcanzada a finales de julio. Todo ello, estuvo aderezado por un fuerte repunte de la aversión al riesgo, que tomando el índice de volatilidad americano (VIX), que despuntó durante las 6 jornadas de mercado desde los 12.16 puntos hasta 24.59 puntos, es decir, un crecimiento acumulado del 102%.

En el otro lado del Atlántico, los principales índices europeos se unieron a la senda bajista de Estados Unidos. Tomando como referencia el periodo comprendido entre el 26 de julio y el 5 de agosto, el DAX Alemán cayó un 6.1%, el FTSE 100 un 4.3% (-6.8% en Euros) y el Ibex 35 un 4.8%.

El origen del desempeño reciente

El epicentro del movimiento de las últimas jornadas se encuentra en la depreciación acumulada por el reminbi chino (yuan) contra el dólar estadounidense, en una repetición de lo ocurrido en agosto de 2015. En esta ocasión, la caída del yuan podría ser más ordenada que hace cuatro años como respuesta por parte del gobierno chino al tensionamiento de las relaciones comerciales por parte de EEUU.

Es relevante recordar que en la reunión del pasado G-20 en Osaka (Japón) a finales de junio se produjo la esperada reunión entre Xi Jinping, secretario general del Comité Central del Partido Comunista de China, y Donald Trump, que si bien no resultó en un avance significativo en las negociaciones para un futuro acuerdo comercial supuso un “deshielo” de las relaciones entre los dos países y un nuevo calendario de negociaciones. Paralelamente, EEUU levantó el veto impuesto a Huawei y arrancó un acuerdo de China para comprar productos agrícolas a EEUU, dos medidas más efectistas que efectivas aunque auguraban un periodo de más tranquilidad para proseguir con las negociaciones del acuerdo marco.

No obstante, el pasado 1 de agosto la administración Trump anunció que impondrá a partir del 1 de septiembre un arancel del 10%, que podría ser aumentado a futuro, a los 300.000 Millones USD que todavía no estaban grabados (los restantes 250.000 Millones USD ya están sujetos a una tarifa del 25% desde inicios de año). Aunque las reuniones continúan, Donald Trump justificó dicha decisión por el hecho que China no está cumpliendo con las compras de productos agrícolas y tampoco ha dejado de enviar Fentanyl, un opiáceo en el centro de la crisis de adicción a estas drogas que vive EEUU.

Partiendo de la balanza comercial entre ambos países con datos a cierre de 2018, habría una serie de categorías más afectadas que otras con dicho anuncio. Precisamente éstas tienen una especial relevancia entres las decisiones de consumo del ciudadano estadounidense y que hasta la fecha no habían percibido, razón por la cual el enconamiento de las posiciones entre EEUU y China aún no ha impactado de lleno sobre los consumidores americanos.

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